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El Merodeador...

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Mensaje por Narwen Dom Sep 24, 2017 3:34 pm

Hacía ya unos minuto que el sol había caído por completo, el bullicio era más que evidente, caminó serena cruzando la habitación, giro  la llave del grifo y posó sus manos, luego bajo la cara que ahora inundaba en aquel líquido que esparció en un choque contra su rostro, alzo la vista al espejo, ahí estaba, sus dedos tocaron el cristal que la reflejaba y cruzaron por él… Parecía que los recuerdos se le agolpaban en la mente, volvió aquel instante en el que el sonido de las ruedas del carruaje era tirado por caballos… se obligó a despejar su mente y no entrar en el juego de esa charada mental, volvió con paso apresurado y abrió el ventanal de par en par, amaba esa vista, adoraba aquella gigantesca obra de metal. El viento le trajo el inconfundible aroma de río Sena, sonrió casi con picardía, era tiempo de prepararse… Minutos más tarde aquel cuerpo menudo y frágil cruzaba la puerta de cristal y se despedía de Phill, el conserje. Dio dos pasos deteniéndose un poco, las luces de aquella chispeante ciudad le trajeron instantes, de mucho tiempo atrás. Pero esa noche era distinta, algo dentro le daba esa seguridad, o, ¿acaso sería alguien? Sonrió para ella misma y continuó con sus pasos, siempre firmes y seguros, cruzó la larga explanada hasta encontrarse con el auto negro  que la esperaba, sin más el chofer abrió la puerta y una mano salió extendiéndose.
-¡Al parecer la noche ha perdido una de sus estrellas! ¿Qué anda haciendo por estos rumbos señorita?- Kyrian nunca había perdido esa forma única de cuidarle y consentirla, a pesar del tiempo, de los años, de los… siglos… Sin duda alguna, desde aquella vez, no sólo había salvado su existencia, sino había cambiado completamente las formas alocadas de ella. Al escucharlo su sonrisa fue amplia, radiante, era el único ser, ante el cual se rendía, se entregaba con el alma. Así que con voz melódica le respondió: -Buscando al portador de mi alma…- sin dudarlo como cual adolescente buscó sus labios. Aún no entendía cómo había logrado poder sentir lo que ni en su vida humana había conocido.

El auto se puso en marcha, las calles seguían atestadas, pero saldrían de la cuidad. Él se notaba sereno, pero sabía bien que lo que dejaba notar, muchas veces no correspondía con lo que pasaba, más en ese periodo, ya habían notado los asaltos por parte de los lobos que merodeaban a las afueras de París, pero no había más remedio que salir, los acontecimientos habían caldeados los ánimos entre los principales Clanes, y esa reunión era por demás inaplazable e importante, pues después de aquel atentado dónde el Primogen del Clan había quedado en torpor, le gustara o no, en estos momentos Kyrian había sido nombrado en su lugar…


Última edición por Narwen el Lun Sep 25, 2017 7:01 pm, editado 2 veces
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Mensaje por Narwen Lun Sep 25, 2017 6:55 pm

El trayecto hacia el lugar lucía como siempre, habían cruzado el centro hasta internarse en el famoso Boise de Boulongne, la tensión se sentía, pero algo quizás peor empezaba a moverse. Kyrian estaba callado, ensimismado, o con el pensamiento demasiado absorto… o quizás, sólo estaba alerta. Narwen le apretó la mano, cómo atrayéndolo al momento, por lo que volteó y le guiño el ojo, a lo que ella contestó sonriendo. En ese momento, el teléfono móvil parpadeó. ¡Voila! Pensó para sí, veía que el nombre de Sebastián Moretti aparecía, sin dudarlo contestó: Hasta parecería noche de gala…- del otro lado una jocosa y armoniosa risa se escuchó. –Vamos, que contigo, uno debe esperarse un poco y presentarse con lo “mejor”- La sutileza de la respuesta daba a entender que todo estaba hecho, tal como a ellos les gustaba. Buscó la mirada de Kyrian y asintió, él sólo se limitó a bajar muy ligeramente el mentón en señal de estar completamente complacido al tiempo que su mano le acarició suavemente el muslo. –Bien, entonces te espero mañana en la galería…- Después de eso ella colgó. Casi habían llegado al lugar y finalmente él rompió el silencio. –La noche parece depararnos la gloria, ¿no lo cree así señorita?- Ella sonreía, sabía que estaban en el punto en que las cosas después de tanto tiempo iban como se propusieron que estuvieran. –No, no lo creo, lo sé, que es distinto… A tu lado, siempre estoy en ella cariño- Los vástagos raramente suelen tener demostraciones afectivas, sobre todo cuando tienen “tiempo” de haber dejado esa condición de humanos, pero ella, simplemente no podía dejar de ser de esa forma melosa con él.

Bajaron del auto, caminando hacia la entrada, el sitio era por demás un punto histórico que por las mañanas era visitado por los turistas, pues era paso obligado para quien va a conocer la cuidad Luz… pero, nadie se imaginaba lo que había ahí por las noches. Bajaron las escaleras de caracol, que literalmente parecían las fauces de un lobo, pues poco podía verse, aunque ellos no lo necesitaban, su vista agudizada y los sentidos sobrehumanos les hicieron seguir y descender sin problemas, poco a poco conforme se internaban hacia abajo empezaron a hacerse más audibles las voces. Al terminar la escalinata, ésta se abría un salón fastuoso, de esos tipo Luis XV, con enormes columnas lustrosas y piso de mármol, enormes espejos con marcos de oro, estatuas tallas y cuadros de grandes artistas, la concurrencia era completamente conocida, todos habían acudido, no sólo la primogenitura, sino estaban desde el senescal,  el sheriff, las arpías, el Guarían, el canciller, el azote, el heraldo, el azote, los látigos y por supuesto el propio Príncipe y demás personalidades que de una u otra forma tenían un puesto importante dentro de aquel Principado.

Narwen rápidamente paso la mirada, sin lugar a dudas reconocía perfectamente a todos, era parte de su labor, no sólo para el nuevo Primogénito, sino para el clan mismo. De inmediato sus sentidos la alertaron, pues el andar ansioso y félido de Marlene Artois, la toreador más antigua en el recinto de inmediato acudió a su encuentro… -¡Bon Nuit, mon cher!- Exclamó mientras sus labios fueron directo a la mejilla de Kyrian. Sin lugar a dudas, Marlene siempre había sido una mujer elegante, de unos 32 años en apariencia, cuerpo esbelto y torneado que había adquirido en sus años de bailarina lo hacían notorio. Llevaba un elegante vestido de seda negro que le caía hasta la rodilla, su silueta se marca maravillosamente, el cabello abundante y lacio en negro azabache, delinean aún más esos labios rojos, mientras el humo del cigarrillo pareciera ayudar dándole ese aire de misterio e hipnotizar la vista cuando la tienes en frente. Pero su intención de hacer casi invisible a Narwen lo estaba consiguiendo. Sin pensarlo, Marlene tomó el brazo suelto de Kyrian y sonriendo lo fue llevando al lado derecho del salón. A lo largo del tiempo Nar, había pasado de largo esas muestras que tenían las féminas hacía él, pero esta vez sentía que sus nervios se crispaban y cerró el puño de la mano contraria a la que sostenía el brazo de Kyrian, pero intentó guardar la compostura desviando la mirada aunque por instinto activo su celeridad…
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